En la coyuntura de esta pandemia, el Día Mundial de la Tierra es la oportunidad para reflexionar sobre un microorganismo que nos enseñó lo vulnerables que somos
Entre 70 y 75 por ciento de las enfermedades infecciosas que surgen en el mundo se transmiten de animales a seres humanos, debido a la destrucción del medio ambiente. Esto debe de hacer reflexionar a las personas en el Día Mundial de la Tierra -–que se celebró este miércoles 22 de abril— sobre el daño al medio ambiente, no sólo desde los hábitos de consumo y la acción individual, sino también desde el gobierno, que debe aplicar políticas públicas que garanticen la conservación de los ecosistemas y el uso de energías limpias.
Así lo reflexionó la investigadora del Departamento de Ciencias Ambientales, del Centro Universitarios de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), de la UdeG, doctora América Loza Llamas.
Y es que, a pesar del confinamiento y de que prácticamente todos los países pararon su actividad industrial, el mundo está ya muy deteriorado como para sanar en dos o más meses, subrayó.
· Tres cuartas partes del suelo del planeta están afectadas por el impacto de la actividad humana, y 100 mil especies están en peligro de extinción, de acuerdo con la IPBES (Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Ecosistemas, por sus siglas en inglés).
· Según la organización Greenpeace, cada año se lanzan 13 millones de toneladas de plástico a los océanos de la Tierra, lo que ha provocado la muerte de más de 100 mil mamíferos marinos anualmente.
Esta extinción de ecosistemas provoca alteraciones ambientales que empujan a las especies animales a cambiar sus lugares de hábitat, y con ello viene el fenómeno de la zoonosis: el contagio incidental de enfermedades de animales a humanos, tales como el ébola (2014) o la gripe aviar (2009), que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) dejaron 11 mil 323 y 18 mil 449 muertes, respectivamente. El coronavirus (Covid-19) entra en esta categoría, y ya rebasó las 165 mil muertes en el mundo.
“Todo por la destrucción y modificación del medio ambiente. Hemos alterado el ecosistema, y los animales tienen que desplazarse. Una de las hipótesis es que el coronavirus vino de un murciélago, y los murciélagos tienen gran importancia en el ecosistema porque son depredadores de insectos y polinizadores nocturnos, y la expansión agrícola y destrucción de ecosistemas han modificado los lugares donde ellos habitan”, añadió Loza Llamas.
La especialista consideró que el Día Mundial de la Tierra se celebra en una coyuntura diferente: el confinamiento en los hogares debido a un microorganismo que nos enseñó a los seres humanos lo vulnerables que somos.
“Esto lo tenemos que ver como una oportunidad. Paró el mundo. El ser humano es frágil y vulnerable, y debemos de reflexionar sobre los impactos que producimos al medio ambiente, lo que estamos haciendo a la Tierra lo estamos pagando, la contaminación del suelo, del agua y del aire. Estamos destruyendo los bosques, las selvas, y eso nos trae un impacto a la salud muy fuerte. Es tiempo de reflexionar. Tenemos que volver a tener esa relación amigable con el medio ambiente”, declaró la especialista.
Recordó que, aunque con el confinamiento por el coronavirus se ha reducido la emisión de gases de efecto invernadero, aumentará la generación de desechos médicos y peligrosos en hospitales y los residuos sólidos en el hogar, además del gasto en energía eléctrica.
“Con este encierro hay más consumo de energía, se desperdicia más agua, hay más computadoras encendidas y el gasto energético por estos aparatos, y la televisión prendida, aumenta. Todavía no tenemos un dato real, lo vamos a percibir en el próximo recibo de consumo de luz”, dijo Loza Llamas.
La especialista concluyó que también esta situación es una oportunidad para los gobiernos —cuando se reanude la actividad económica— de que vean nuevas formas y maneras para que esa reactivación sea de la mano de la protección y manejo del medio ambiente.
“El desarrollo sostenible debe estar en la mesa. Los recursos naturales nos sirven para satisfacer nuestras necesidades, pero son prestados. Debemos ver una nueva forma de relacionarnos las empresas, las organizaciones y los individuos. Este organismo microscópico paró el mundo, entonces pensemos y revaloremos qué estamos haciendo y reencaminar el mundo. Es tiempo de asumir un compromiso real, es una responsabilidad individual y colectiva para actuar en armonía con la naturaleza, para que tanto el humano como la flora y la fauna tengamos un ambiente libre, que sea un derecho de los organismos vivos de contar con un medio ambiente limpio. Respetar el suelo, el agua y el aire”, finalizó.