En este 2021 se cumplen 250 años de su llegada a Guadalajara
Los aportes a la educación y a la asistencia humanitaria son algunos de los mayores legados a Guadalajara del ilustre Fray Antonio Alcalde y Barriga, los cuales siguen vigentes a 250 años de su llegada a esta ciudad.
Al impartir la conferencia “El legado de Fray Antonio Alcalde a Guadalajara”, que forma parte del ciclo de conferencias “Recuperación del Centro Histórico de Guadalajara”, Tomás de Híjar Ornelas, miembro del Seminario de Cultura Mexicana, dijo que el fraile dominico rindió culto a Dios, remedió a los enfermos, impulsó la educación en la niñez y en la juventud, dio protección a las mujeres desamparadas y techo al pueblo.
Explicó que el legado de Alcalde y Barriga, quien murió el 7 de agosto de 1792, no sólo son monumentos a la educación y a la asistencia social, sino que también un compromiso para que no caigamos en tiempos de crisis; al contrario, para que nos sirvamos de esos retos y desafíos para redoblar esfuerzos en la consecución del bien común.
Apuntó que: “Fue Obispo de Yucatán en el Nuevo Mundo en 1763, y de Guadalajara fue nombrado el 14 de diciembre de 1771; comenzó en nuestra urbe a una edad muy avanzada, a los 70 años, su andadura en esta porción territorial, donde en sus restantes 21 años de existencia consolidó un legado”, señaló.
Entre sus obras recordó el desarrollo urbano de la ciudad en la zona norte gracias a la donación que en 1773 hiciera el Ayuntamiento de Guadalajara al obispado, al otorgarle algunas hectáreas, donde se construyeron 20 manzanas; 16 de éstas se dedicaron a darle donde vivir a mil 500 familias.
“Habilitó otras cuatro manzanas para usos públicos y sociales, un jardín que será también donde se conecte una de las vertientes del acueducto de los Colomos para dotar de agua potable al vecindario, el jardín del Santuario y su parroquia, dos escuelas para niños y niñas de escasos recursos”, informó.
Dijo que en 1785 una sequía provocó hambruna en la ciudad y el obispo, para paliar los efectos del fenómeno, invirtió recursos para traer cereales de otros lugares y establecer comedores públicos en la ciudad, con capacidad para repartir hasta 2 mil raciones de alimentos en la comida y cena.
“A la vuelta de unos meses enfermedades gastrointestinales provocaron la muerte del 10 % de la población, en algo que se llamó la Peste de la bola, 5 mil de los 25 mil habitantes murieron en ese marco, y ése fue el aliciente para construir un conjunto hospitalario capaz de albergar hasta mil enfermos, conocido hoy como Hospital Civil de Guadalajara”, explicó.
En este espacio se habilitó, además, una escuela de enfermería, una farmacéutica, un jardín botánico, un cementerio, un templo para la atención espiritual del vecindario y de los enfermos, y un convento para los frailes.
De Híjar Ornelas destacó la importancia de honrar su memoria y tratar de enfatizar su labor y su legado, la atención humanitaria y humanística que, precisamente, en tiempos de pandemia nos deja una tarea muy grande.
Durante la conferencia, organizada por la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz de la UdeG, en coordinación con el Seminario de Cultura Mexicana, la directora de este espacio bibliotecario, Carmen Villoro, expresó que el legado es muy valioso y a todos nos toca cuidarlo, recuperarlo, respetarlo y difundirlo.
“La biblioteca es uno de los edificios del legado de Fray Antonio Alcalde porque ahí se fundó la Real Universidad de Guadalajara en 1792, el mismo año en que muere este célebre varón, con este enorme humanismo que tuvo y todo lo que nos dejó en humanismo y educación”, indicó.